Yo era un niño inquieto que siempre tenía una expresión en la boca: ¿por qué…? Admiraba a la gente con barba que sabía muchas cosas y soñaba con ser algún día como ellos (aunque sin barba).
Corría el año de 1995 cuando conocí a mi primer gran amor, del que ya jamás me he separado: Internet. Sí, mis ojos de niño descubrieron que había un mundo abierto al conocimiento y al futuro. Y no se necesitaba más que un ordenador y una conexión telefónica (que entonces era cara e inhabilitaba el teléfono). Allí estaba todo, mejor incluso que mi tan soñada Biblioteca de Alejandría.
Luego, fui creciendo y haciendo mis primeras incursiones en el mundo de la escritura, ganando decenas de premios de narrativa y poesía… aunque también era «el niño que arregla los ordenadores».
Mi extenso paso por la universidad determinó mi futuro. Me licencié en Historia, luego en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y finalmente terminé en Salamanca para licenciarme en Comunicación Audiovisual. En el camino hice algún máster, tres años de doctorado y me matriculé en otras varias carreras que tengo a medias. Lo quería saber todo, posiblemente porque para saber de algo hay que saber de todo, hay que desenmarañar las conexiones.
Durante estos años siempre seguía en Internet muchas horas al día: creando blogs literarios, canales de Youtube, periódicos digitales en los que llegaron a participar cientos de estudiantes, una productora audiovisual que sigue al alza y un gran número de páginas webs para empresas que llegaron a buen puerto o naufragaron en alta mar.
A la par, he sido durante siete años profesor de Secundaria y Bachillerato. Esto es, sin duda, lo que más me ha ayudado a formarme. Uno aprende de verdad cuando es capaz de enseñar a otros lo que sabe. En este viaje he impartido varias asignaturas: Lengua Castellana y Literatura, Filosofía, Tecnologías de la Información, Geografía…
En todo lo que hago siempre llevo por bandera la ética y la honradez que me enseñaron en la infancia. Para ser honesto con uno mismo, hay que serlo primero con los demás.
A partir de 2013 fui tomándome más en serio lo de vivir de Internet, sobre todo porque el auge del comercio electrónico lo estaba empezando a cambiar todo. Fue entonces cuando me inicié de verdad en el CPA y en el SEO, descubriendo que mis conocimientos universitarios en lingüística, gramática, sintaxis, semántica, comunicación audiovisual… eran la base de todo el posicionamiento.
Y es por ello que me aficioné a posicionar de forma desmedida. Es ver un nicho que puede tener tirón y no me lo pienso, compro el dominio y me pongo manos a la obra. He creado cientos de webs que me han dado muchas alegrías. Evidentemente siempre hay muchas que no arrancan o que la competencia invierte más o lo hace mejor.
Creo que para ser un buen SEO se necesitan muchos años de experiencia y miles de horas analizando datos y métricas.
Después, al SEO, lo he ido agrandando con el tan en boga copywriting (que ya estaba en Aristóteles), consiguiendo así la fórmula de lo que yo llamo mi éxito.
Algunas confesiones:
Lloro con algunas películas.
Me pierde una buena pizza y la Coca Cola Zero.
Creo firmemente que la Filosofía es la gran desconocida del marketing; que Platón, Zenón de Citio o Nietzsche deberían ser libros de cabecera de todo creativo.